Foto: Alex Iby

Bases Biológicas de la Personalidad

O porque no deberías ser tan severo al juzgarte a ti mismo.

Xavier Loeza
9 min readOct 27, 2019

--

“El tipo más importante de libertad es ser lo que realmente eres.” - Jim Morrison

Personalidad deriva de la palabra latina Persona, que en un inicio se refería a la máscara que utilizaban los actores griegos en sus producciones teatrales (Bishop, 2007). Este concepto ha pasado por varias interpretaciones a lo largo de los años, pero desde el siglo pasado se le considera como la organización dinámica en el individuo de los sistemas psicofisiológicos que determinan su comportamiento y su característico pensamiento idiosincrático (Allport, 1937). Por otro lado, la Asociación Americana Psicológica la define como las diferencias individuales y patrones característicos de comportamiento, pensamiento y emociones que presenta el individuo (Kazdin, 2000).

La personalidad es un término complejo y aunque sea difícil medirla cuantitativamente, hay diferentes modelos teóricos que han logrado conseguir una coherencia metodológica que le da una base sólida al concepto, lo cual hace más sencillo su estudio (DeYoung et al., 2007).

Un ejemplo de éstos es la escala Big Five o de los cinco grandes rasgos de la personalidad, de la cual se hablará más adelante. Por lo que en este contexto, el conocimiento de las bases neurobiológicas de los rasgos de la personalidad es de gran importancia para poder establecer un entendimiento de los desórdenes de la misma. La perspectiva biológica de la personalidad enfatiza la interacción dinámica entre los procesos fisiológicos internos y los factores genéticos que influyen en la misma, así como la relación entre diversas estructuras cerebrales y cómo contribuyen al desarrollo de determinadas características.

Esta perspectiva, al ser una rama derivada de la neuropsicología remarca la relación intrínseca entre las estructuras neuronales y diversos procesos psicológicos y conductuales. Un ejemplo de lo anterior mencionado es que se ha encontrado una relación entre el comportamiento que busca sensaciones nuevas con diversos patrones de respuesta auditiva provocada (RATE) del giro temporal superior, incluyendo la corteza auditiva primaria (Centers for Disease Control and Prevention, 2017).

Estos resultados apoyan el modelo de que el sistema serotoninérgico –el cual se piensa que regula el procesamiento sensorial de la corteza auditiva-, es un factor de gran importancia en las diferencias individuales en cuanto a la búsqueda de sensaciones nuevas, factor a considerar por su evidente relación al fenómeno de la adicción (Hegerl et al., 1995).

Se ha estimado que cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5.3% de todas las defunciones (OMS, 2018) Foto: Moss

Claramente existen diferencias individuales biológicamente determinadas y de su estudio se encargan la neuropsicología y la psiquiatría biológica. La primera investiga la relación entre la personalidad, el ADN y los procesos cognitivos, correlacionando características observables con información científica obtenida por medio de métodos experimentales como estudios de imagen y genómicos, mientras que la segunda considera lo anterior pero dándole un enfoque clínico. (Khatibi et al., 2016).

Para estos crecientes campos de estudio, la correlación de aspectos de la personalidad con procesos biológicos ha tenido propuestas interesantes, tal es el caso de la realizada por Hans Eysenck (2012), quien consideró en su modelo de la personalidad dos factores principales: la extroversión/introversión y la estabilidad/inestabilidad (actualmente considerado por el modelo Big Five como neuroticismo), siendo ambos independientes entre sí (Schmidt et al., 2010).

Eysenck relacionó la extroversión con la actividad del Sistema Reticular Activador Ascendente (SRAA/SARA), de tal manera que los extrovertidos necesitarían fuertes estímulos para activar el SA y los introvertidos necesitarían estímulos de igual o menor intensidad para alcanzar el mismo nivel de excitabilidad. Esta teoría explica en parte, porque los introvertidos tienden a ser evitativos y los extrovertidos, impulsivos (Vallejo, 2017).

Sin embargo, aunque la psicología de la personalidad ha servido para aumentar el entendimiento de los componentes cognitivos de las dimensiones que la conforman, poco ha contribuido al entendimiento de las bases biológicas de la misma. El investigador DeYoung (2007) ofreció una propuesta novedosa al sugerir el uso de estudios de neuroimagen para estudiar las dimensiones de la personalidad basado en el modelo Big Five, el cual ha proporcionado un lenguaje común para su estudio (Peterson et al., 2007).

Este escala divide a la personalidad en 5 dimensiones principales: Neuroticismo versus estabilidad emocional (N), Extraversión versus introversión (E), Apertura a la experiencia (O), Amabilidad versus oposicionismo (A) y Responsabilidad/Conciencia. OCEAN. (Sánchez & Robles, 2011).

El estudio de la personalidad desde la perspectiva biológica ha permitido establecer un mayor entendimiento del comportamiento humano, y a partir de esta escuela se han realizando polémicos hallazgos en diversas áreas.

Representación gráfica del modelo “Big Five” de la personalidad.

Entre ellos, se tiene que mencionar las investigaciones realizadas con respecto a las diferencias de género en el área de la personalidad; las cuales van de “pequeñas” a “moderadas”, y las mayores diferencias se producen en las dimensiones de amabilidad y neuroticismo. Por otro lado, las diferencias de género en relación a los intereses que manifiesta cada uno, es significativa en la separación personas-objetos, con las mujeres más orientadas hacia las personas y menos orientadas a los objetos, en comparación con los hombres.

Algo remarcable de esta línea de investigación es que el identificar que estas diferencias tienden a ser mayores en sociedades igualitarias en comparación con sociedades no igualitarias, contradice la teoría constructivista del genero pero es consistente con diversas teorías evolutivas, y debido a que estas diferencias con respecto a los intereses parecen ser consistentes a lo largo de diferentes culturas y tiempos, es un hallazgo que sugiere posibles influencias biológicas (Lippa, 2010).

Sin embargo, al considerar que los modelos teóricos constantemente se desarrollan y evolucionan, es necesario recordar que las ideas con respecto a la salud mental tienen una naturaleza histórica y que varios de los modelos sugeridos por los neurocientíficos del pasado han sido puestos en duda por la investigación contemporánea, incluso aunque sean sostenidos por muchos profesionales de la salud actualmente.

Por ejemplo, al tomar la perspectiva biológica hasta su conclusión lógica, se puede terminar considerando al hombre como una entidad determinista. Un autómata prisionero de las condiciones a las que fue arrojado, ya sea ambientales o socioculturales.

“Dame una docena de bebés sanos, bien formados y mi propio mundo específico para criarlos y te garantizo poder tomar a cualquiera al azar y entrenarlo para que se convierta en cualquier especialista de mi elección: médico, abogado, artista, jefe comerciante y, sí, incluso mendigo y ladrón, independientemente de sus talentos, tendencias, habilidades, vocaciones y raza de sus antepasados”.

- (Watson, 1930).

Esta cita pertenece al psicólogo John B. Watson, fundador de la escuela conductista. Una revisión de la literatura que cuenta con una perspectiva crítica hacia esta escuela, señala que uno de sus puntos debildes es que no toma en cuenta la variabilidad natural presente en el ser humano y hace evidente que una interpretación radical de la misma puede llevar a conclusiones desfavorables al momento de tratar con un paciente (Bautista, 2011).

El no considerar todo el espectro de comportamiento natural del que es capaz el ser humano, se puede reducir una supuesta desviación del mismo con respecto a una construcción hipotética (perpetuada por un sistema social dominante) a un contexto patológico atribuible a una disfunción orgánica (Foucault, 1975).

Por lo tanto, considerar en el ejercicio clínico las raíces biológicas del comportamiento humano -específicamente de la personalidad- nos permite hacer una valoración del paciente completamente objetiva. Por ejemplo, cuando el trabajador del área de la salud interactúa con un determinado individuo, debe de tomar en cuenta que las diferencias que pudiera presentar el paciente con respecto a si mismo no son indicadoras automáticas de una anomalía conductual, como en el caso de tratar con integrantes de una comunidad indígena, personas con una escolaridad baja, individuos marginados o con antecedentes psiquiátricos, ya que de lo contrario se pudiera nublar su juicio clínico y por lo tanto su diagnóstico, interfiriendo negativamente con la evolución y desarrollo normal del paciente. Al tener en cuenta lo mencionado se puede realizar un interrogatorio médico sin la tendencia a patologizar comportamientos que pueden ser normales y así realizar un acercamiento libre de prejuicios que puedan interferir en la anamnesis, valoración y tratamiento del paciente (particularmente uno psiquiátrico).

La persona que tiene un problema de adicción, socialmente carga con un estigma que a nivel subjetivo puede ser tan insoportable como desesperanzador, por lo que si no cuenta con ningún tipo de orientación para la resolución de su condición, esta situación puede llevar a consecuencias indeseables, como la criminalidad (Hunter & Dantzker, 2012). Cuando la sociedad en la que se desarrolla el individuo no le ofrece un camino evidente, puede ser fácilmente atraído por organizaciones delictivas, debido a que el ingresar a una jerarquía social por corrupta que ésta sea, es mejor que verse a la deriva en un medio sin soporte social de algún tipo (University of Glasglow, 2016).

Cuando a los seres humanos se les ofrece la posibilidad de elegir entre recompensas disponibles en diferentes momentos, los valores relativos de las opciones ofrecidas se estiman con respecto al retraso de la entrega (McClure et al., 2004). Lo mismo ocurre en sociedades inestables en donde la alternativa criminal recibe una recompensa inmediata mayor, en comparación con una opción laboral más tradicional. Factor importante en poblaciones con alto índice de desempleo (Melick, 2003).

Es por eso que una intervención terapéutica puede ser útil como herramienta para ayudar a estructurar la vida del adicto de manera más saudable (véase en recomendaciones). Una vez mencionadas las bases biológicas del comportamiento, se analizará el mecanismo fisiológico de la adicción. De esta forma, podemos separar y ver a la adicción como un padecimiento con causas definidas que el paciente sufre más que adopta voluntariamente, por lo menos en los estados avanzados de su condición.

Foto: Matthew T Rader

SSegundo apartado del Marco Teórico del trabajo recepcional: “Autocontrol relacionado al consumo de alcohol en estudiantes de Ingeniería y Medicina de la Universidad Veracruzana”.

Referencias:

  1. Bishop P. 2007. Analytical Psychology and German Classical Aesthetics: Goethe, Schiller, and Jung, Volume 1: The Development of the Personality. Taylor & Francis. pp. 157–158.
  2. Allport GW. 1937. Personality: A psychological interpretation. New York: H. Holt and Company.
  3. Kazdin, A.E. 2000. Encyclopedia of Psychology: 8 Volume Set, APA Reference Books, ISBN: 978–1–55798–187–5.
  4. DeYoung, C. Quilty, L. Peterson, J. (2007). Between facets and domains: 10 aspects of the Big Five. J Pers Soc Psychol. 93(5), 880–96. 06/04/19. De PubMed. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/5863998_Between_Facets_and_Domains_10_Aspects_of_the_Big_Five
  5. Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. (2017). Pérdida auditiva en los niños. Detección y diagnostico. . 17/04/19. Disponible en: https://www.cdc.gov/ncbddd/spanish/hearingloss/screening.html
  6. Hegerl, U. Gallinat, J. Mrowinskibi, D. (1995). Sensory cortical processing and the biological basis of personality. Biological Psychiatry. 37(7). 467–472. 08/08/19. De ELSEVIER. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/0006322394001775?via%3Dihub
  7. Organización Mundial de la Salud. (2018). Alcohol. 23/08/19, de OMS. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/alcohol
  8. Khatibi, M. Khormaei, F. (2016). Biological Basis of Personality: A Brief Review. J. Life Sci. Biomed. 6(2), 33–36. 09/10/19. De Scienceline. Disponible en: http://jlsb.science-line.com/attachments/article/44/J.%20Life%20Sci.%20Biomed.%206(2)%2033-36,%202016.pdf
  9. Eysenck H.J. (2012). The Psychophysiology of extraversion and neuroticism. A Model for Personality (38–45). Ed. Springer Science & Business Media.
  10. Schmidt, V. Firpo, L. Vion, D. Costa, M. Casella, L. (2010). Modelo Psicobiológico de Personalidad de Eysenck: Una historia proyectada hacia el futuro. Revista Internacional de Psicología. 11(2), 1818–1023. 07/10/19, De Dialnet. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6161336
  11. Vallejo, J.R. (2017). Introducción a la Psicopatología y la Psiquiatría (143–154). Ed. ELSEVIER Masson. Disponible en: https://www.elsevier.com/es-es/connect/estudiantes-de-ciencias-de-la-salud/introduccion-a-la-psicopatologia-y-la-psiquiatria,-por-julio-vallejo-ruiloba
  12. Sánchez, D. Robles, M. (2011). El modelo “Big Five” de personalidad y conducta delictiva. International Journal of Psychological Research. 6(1), 102–109. 07/03/19. De Redalyc. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/2990/299028095012.pdf
  13. Lippa, R. (2010). Gender Differences in Personality and Interests: When, Where, and Why? Social and Personality Psychology Compass. 4(11), 04/10/19. De Wiley Online Library. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1751-9004.2010.00320.x
  14. Watson, J. 1930. El “manifiesto conductista” de 1913 de John B. Watson: Preparando el escenario para el legado del conductismo en la acción social. Revista Mexicana de Análisis de la Conducta. 2013. 39(2), pp 99–118. 13/09/19. Disponible en: http://rmac-mx.org/john-b-watsons-1913-behaviorist-manifestosetting-the-stage-for-behaviorisms-social-action-legacy/
  15. Bautista, J. (2011). El Conductismo en la Historia de la Psicología: Una Crítica de la Filosofía del Conductismo Radical. Psychologia Latina, 2(2), 144–157. 14/05/19 De psicologia.ucm. Disponible en: https://psicologia.ucm.es/data/cont/docs/29-2013-04-25-art19.pdf
  16. Rocca, A. (2012). Foucault. ‘Los Anormales’, una genealogía de lo monstruoso. Apuntes para una historiografía de la locura. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, 34(2), 19/08/19. De researchgate. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/314400457_Foucault_Los_anormales_Una_genealogia_de_los_monstruoso_Apuntes_para_una_historiagrafia_de_la_locura
  17. Hunter, R.D. Dantzker, M.L. (2012). The Nature of Crime and Justice. En Crime and Criminality: Causes and Consequences (2–14). Lynne Rienner Publishers. Disponible en: http://www.eurospanbookstore.com/media/pdf/extracts/9781588267733.pdf
  18. University of Glasglow. (2016). Theories and causes of crime. The Scottish Centre for Crime & Justice Research. 1–9. 15/10/19. De SCCJR. Disponible en: http://www.sccjr.ac.uk/wp-content/uploads/2016/02/SCCJR-Causes-of-Crime.pdf
  19. McClure, S. Loewenstein, G. Laibson, D. (2004). Separate Neural Systems Value Immediate and Delayed Monetary Rewards. Science, 306, 503–507. 23/07/19. De Researchgate. Disponible en: https://www.researchgate.net/profile/David_Laibson/publication/8231027_Separate_Neural_Systems_Value_Immediate_and_Delayed_Monetary_Rewards/links/541829280cf25ebee98809ed/Separate-Neural-Systems-Value-Immediate-and-Delayed-Monetary-Rewards.pdf
  20. Melick, M. (2003). The Relationship between Crime and Unemployment. The Park Place Economist, 11(1), 30–36. 23/09/19, De DigitalCommons. Disponible en: https://digitalcommons.iwu.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1069&context=parkplace

--

--

Xavier Loeza

estudiante | aspirante a psiquiatra; leo y comparto sobre psicología, neurociencia, religión y psicodelia; también escribo cuentos. IG/YT: @craneodevangogh